Esa bendita pertenencia común de hermanos
Hoy quisiera ordenar mi pequeña reflexión en forma cronológica sobre la carta-encíclica Fratelli Tutti con la que el papa se ha dirigido a toda la humanidad como hermano (contexto del día 12 de Oct, relato bíblico de Caín y Abel, reciente Ley de criminalización).
PASADO
Este día, 12 de octubre, celebramos nuestra Semana Misionera el aniversario nr. 529 de la llegada de los barcos españoles a Abya Yala. Con varios meses en alta mar, la vista de tierra caribeña les había arrancado la palabra TIERRA que -además de poder tocar el suelo- incluía la ambición de apoderarse de ella; ambición que hasta hoy no desapareció y que sigue buscando caminos de conquista y por tanto la sucesiva fila de conflictos y guerras por territorios de los nativos no termina. Desde entonces, siempre han seguido surgir nuevos gobiernos que lograron legalizar la incorporación de dichos territorios por élites poderosas, junto con sus apreciados recursos naturales (oro, plata, cobre, etc.)
En su resistencia, los habitantes originarios estaban en una abismal desventaja desde el punto de vista de la tecnología bélica. El arma más letal, sin embargo, ha sido las enfermedades que los europeos trajeron a América y que cobraron miles y miles de vidas. Aparte de la desesperada resistencia de unos, otros se sometieron sin asimilar completamente cultura, política y religión impuestas. Pocas noticias tenemos del lado indígena.
Gracias a Dios, no faltaban misioneros que a pesar de su educación occidental sabían descubrir los profundos valores humanos y evangélicos en los pobladores de Abya Yala. Ellos contrastaban de sus propios compatriotas llenos de racismo y eurocentrismo los que impidieron un acercamiento más fraternal.
La narración anti-fraternal de Caín y Abel, insertada en el marco de la post-creación, nos desnuda nuestra realidad humana: quebramos día tras día nuestras auténticas relaciones destinadas a ser fraternas.
Por desgracia, siguen resurgiendo nuevos empresarios y políticos con la misma actitud de Caín, dominando y apropiándose de las tierras de los que deben ser sus hermanos y despojando a sus habitantes originarios de las mismas. Siguen los conquistadores y colonizadores del siglo XXI con olor a Caín.
PRESENTE
Fue Francisco de Asís, el “Santo del amor fraterno”, el que inspiró al Papa escribir su segunda encíclica Fratelli Tutti cinco años después de Laudato Sí la que parece complementarla como segunda parte (2015). Fratelli Tutti desarrolla la interrelación de las relaciones entrelazadas en la naturaleza con las en la sociedad humana.
Puente entre Laudato Si y Fratelli Tutti
Hay dos palabras claves que constituyen entre las dos encíclicas los pilares de un puente:
1. Todo está interrelacionado. El primer pilar del puente es el sistema de interrelación que L.S. recoge con el saber y sabor milenario de las tradiciones indígenas, reconociendo en él una “sagrada trama de la vida” que forma una inmensa red interconectada entre todos los seres vivientes de la naturaleza.
2. Lo interrelacionado está en interdependencia. Es el segundo pilar del puente. Si la naturaleza nos revela este principio de interrelación, también la humanidad debe reconocer en esta interrelación la dependencia mutua que desafía a formar relaciones fraternales.
Usando este puente, nuestros pasos nos pueden conducir a la siguiente conclusión colateral: si la parte ecológica de la creación nos revela su sistema de interrelación en forma de redes, entonces nuestro estilo de interrelación humana debería funcionar también en forma redil.
Hoy, la pandemia y las catástrofes de los cambios climáticos, nos obligan dejar caer “el maquillaje de esos estereotipos con los disfrazábamos nuestros egos siempre pretensiosos de aparentar. Se desenmascaró nuestra vulnerabilidad y dejó descubierto falsas seguridades” (Fr.T.).
Sin embargo, en medio de tanto caos, resurge la olvidada utopía,” esa bendita pertenencia común de hermanos” (Fr.T. 32). La planetaria incidencia de COVID 19 nos está enseñando a pensar más en nuestra pertenencia a toda la humanidad en su total diversidad (cf. Fr.T. 33). Con el fraticidio de Abel, Caín mismo cortó el lazo de pertenencia fraterna. Se queda inestable y fugitivo en la tierra, maldito para no enraizar e integrarse más en la tierra (Gen 4,12).
Ni entonces ni hoy basta afrontar y sanar sólo los síntomas de una ruptura fraternal, sino hace falta un cambio total en nuestra visión y mentalidad de la integración ya que actualmente pensamos y vivimos nuestro mundo segmentado y desintegrado. Es lo contrario de la visión holística y el corazón universal con que viven los pueblos indígenas. Ellos siempre sabían incorporar en su cosmovisión a todos los seres creados como parientes de una gran familia y disfrutaban la interdependencia como un lugar de complementación mutua ya que ninguna creatura se basta a sí misma. Tanto L.S. como Fr. T. recogen esta misma visión y reconocen que las “plantas, aguas, y todos los seres vivientes parecen guiados por una ley impresa en ellos, para el bien de todos” (cf. L.S. 86; Fr.T. 88).
FUTURO
Esa “bendita pertenencia común de hermanos” está fundamentada en Fratelli Tutti por dos relacionamientos interdependientes:
la interrelación entre naturaleza y cultura humana
la interrelación entre “cielo y tierra”.
El redescubrimiento de la interdependencia, nos puede dar la oportunidad de transformar las relaciones anti-fraternales entre Caín y Abel. Nos puede abrir un nuevo futuro.
a. Dependencia de la Cultura humana de la naturaleza
Hoy sabemos que la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana (L.S. 6). Sabemos que degradar la tierra de su integridad, contribuye al cambio climático y a la modificación de la cultura. A pesar de eso seguimos desnudando la tierra de sus bosques, extractando sus recursos naturales y contaminando su suelo, agua, y aire. Con razón los pueblos indígenas dicen que no sabemos vivir en y con esta tierra. De ellos podemos aprender a revalorar nuestra dependencia de ella, y admirar cómo crean, generan y siguen ingeniando su cultura al adaptarse a las condiciones, cambios y limitaciones de la región que han elegido a vivir.
Dependencia entre “cielo y tierra”
Justamente al chocar con nuestros límites humanos cuando intentamos “cambiar el mundo”, y cuando reconocemos que “no podemos perder de vista el cielo” (Fr.T.), entonces experimentamos que “el más allá de Dios nos remite al más acá del hermano”. El papa sigue profundizando esta experiencia en sus encuentros recientes con representantes de otras religiones al decir: “Más que demostrar algo, estamos llamados a mostrar la presencia paternal del Dios del cielo a través de nuestra concordia (fraternal) en la tierra”. En casi todas las tradiciones espirituales y credos descubrimos esa interdependencia entre cielo y tierra.
La calidad de las interrelaciones fraternas debe ser marcada por el “motor del amor…que crea vínculos y amplía la existencia cuando saca a la persona de sí misma hacia el otro” [Fr.T. 88]. Ese amor tiene la potencia de integrar a todos, especialmente a los últimos quienes son los que “nos enseñan a superar las barreras del egoísmo y a romper las paredes del yo” (¿Fr. T?).
Conclusión
Aunque hoy ya no navegan más carabelas sobre los océanos, sí podemos visualizar barcos nuevos en los “mares” paraguayos de soja, trigo, maíz y caña, navegando en tractores y máquinas agrarias, con capitanes de grandes empresas multinacionales que conducen el timón –la computadora- hacia puertos seguros o clandestinos.
En Paraguay, una isla rodeada de tierra, esos nuevos conquistadores, son una pequeña élite de latifundistas, que sigue buscando TIERRA, continuando la colonialidad del saqueo de tierras ancestrales de los habitantes originarios. La recién aprobada ley que criminaliza a invasores de tierras, refleja los intereses agro-ganaderos de un creciente neo-colonialismo.
Urge retroceder el timón del barco colonial y cambiar a 180°, en dirección hacia los Derechos Humanos, el norte de la fraternidad. Planificar y ejecutar una repartición igualitaria de las tierras robadas y mal habidas reflejaría la real intención de construir un pueblo con sentido de esa “bendita pertenencia común de hermanos”. Sería un adiós definitivo a la tradición conquistadora y pirata en un país que se declaró independiente de la Colonia. Paraguay debe navegar hacia una tierra donde se incluye a los “otros” y unirse con ellos en un “nosotros” multicultural.
Es un sueño aún muy lejano. Pero en eso nos puede ayudar Fratelli Tutti al acompañar fraternalmente las comunidades indígenas en la defensa por sus territorios ancestrales, aquellos que habían acogido a los colonizadores hace 529 años con su hospitalidad innata, compartiendo con ellos su tierra.
“Los sueños se construyen juntos”, dice Fratelli Tutti; y al comenzar de ponerlos en realidad, experimentaremos en el caminar ya el sabor y olor a “nosotros”. Laudato Si junto con Fratelli Tutti nos inspiran y animan: “siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión y …cuando el corazón está auténticamente abierto a esta comunión universal, nada ni nadie está excluido de esa fraternidad” (L.S. 89. 92; Fr.T. 83).
Margot Bremer rscj
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